Manolo y Benito acuden a la tienda de moda de Francesco, un diseñador homosexual que, desde el primer momento, se enamora perdidamente de Benito, lo que da pie a todo tipo de malentendidos. Los chapuzas tienen que montar una pasarela para que Francesco pueda presentar sus creaciones, pero un bote de disolvente destroza la ropa poco antes del comienzo del desfile.