 
                    Ante la escasez de trabajo de Manolo y Benito, Tino les dice que lo que ahora se lleva son las franquicias y les habla de una que está buscando socios. Manolo se decide a llamar. Los ejecutivos de la empresa llegan dispuestos a cambiarlo todo: los chapuzas deberán ordenar el taller, ponerse unos monos verdes y recibir un cursillo sobre cómo tratar bien a los clientes y comportarse de manera educada. Pero lo peor de todo es que los ejecutivos de la franquicia obligan a Manolo a despedir a Benito y a Tato si quiere seguir adelante con el proyecto.