Tras una discusión con su madre, Benito decide que ya es hora de emanciparse e irse a vivir solo. Pero como no tiene dinero, se aloja en el taller. Durante unos días, la rutina del trabajo se ve alterada por el nuevo inquilino, que pronto se da cuenta de que la vida de soltero no es tan sencilla. Carmina trata de convencerle para que regrese a casa, pero su orgullo le impide dar su brazo a torcer. Tras una conversación con su madre, Benito recuerda que necesita unos calcetines que están mojados y los pone a secar sobre una sartén al fuego. De madrugada, Manolo y Adela se despiertan sobresaltados y descubren que el taller está en llamas.